martes, 23 de agosto de 2011

¿Qué eliges: rabia o serenidad?


Era un profesor comprometido y estricto. Al terminar la clase, mientras organizaba unos documentos encima de su escritorio, se le acercó uno de sus alumnos y en forma desafiante le dijo:

- Profesor, lo que me alegra de haber terminado las clases es que no tendré que escuchar más sus tonterías y podré descansara de verle esa cara aburrida.

El alumno estaba erguido, con semblante arrogante, en espera de que el maestro reaccionara ofendido y descontrolado.

El profesor miró al alumno por un instante y en forma muy tranquila le preguntó:

- ¿Cuando alguien te ofrece algo que no quieres, lo recibes?

El alumno quedó desconcertado por la calidez de la sorpresiva pregunta.

- Por supuesto que no.- Contestó de nuevo en tono despectivo.

- Bueno, -prosiguió el profesor- cuando alguien intenta ofenderme o me dice algo desagradable, me está ofreciendo algo, en este caso una emoción de rabia. Y rencor, que puedo decidir no aceptar.

- No entiendo a qué se refiere- dijo el alumno confundido.

- Muy sencillo, -replicó el profesor- tú me estás ofreciendo tu rabia y tu desprecio y si yo me siento ofendido o me pongo furioso, estaré aceptando tu regalo, y yo, amigo, en verdad, prefiero obsequiarte con mi propia serenidad.

- -muchacho, – concluyó el profesor en tono gentil- tu rabia pasará pero no trates de dejarla conmigo, porque no me interesa, yo no puedo controlar lo que tú llevas en tu corazón pero de mi depende lo que cargo en el mío.

¿Cuántas veces estamos conversando con alguien que nos ofende y nosotros nos enganchamos sin darnos cuenta de que con eso estamos aceptando como verdaderos sus juicios e interpretaciones?

En todo momento, podemos escoger qué emociones o sentimientos queremos poner en nuestro corazón. La vida a cada momento nos da la opción de elegir amargarnos o ser felices.

(Escrito por Francisca Arrom para la Revista Espacio Humano)
Vía arangocoaching.com

1 comentario:

Blogmaníacos dijo...

Muy útil para esos momentos que todos tenemos en lo que lo más fácil es "pagar con la misma moneda".
Como siempre digo, los docentes debemos tener otros recursos, un ejemplo de los cuales es éste. Procuraré no olvidarlo.